lunes, 10 de septiembre de 2012


LEANDRO FERNANDEZ DE MORATIN
 (Madrid, 1760-París, 1828). Hijo del también literato Nicolás Fernández de Moratín, tuvo una formación autodidacta, aunque en contacto con los autores que, junto su padre, formaban la élite Carlos III, atribuido a Rafael Mengsintelectual y literaria del Madrid de Carlos III. Trabajó como empleado en un obrador de joyería, actividad que compaginó con sus primeras obras literarias. En 1787, gracias a su amistad con Jovellanos, viajó por Francia como secretario de Francisco Cabarrús -político y economista de ideas avanzadas-. Tras regresar a España, sus constantes peticiones de ayuda económica consiguieron del ministroFloridablanca un modesto beneficio y se ordenó de primera tonsura. Más tarde, y gracias a Conde de Floridablanca, por Francisco de Goyala protección del «favorito» Manuel Godoy, obtuvo otras rentas eclesiásticas. Todo ello sin una vinculación real con la Iglesia, y como resultado de su insistente actividad como «suplicante». La protección de Godoy, que le permitió abandonar su antiguo oficio, se completó con la licencia para representar El viejo y la niña (1790) -un año antes había publicado su sátira en prosa La derrota de los pedantes- y una pensión para viajar por Europa entre 1792 y 1796. Frutos de estos viajes son sus sugestivos cuadernos de viaje, donde sus impresiones y comentario ponen de manifiesto unas grandes dotes de observación. Su prolongada estancia en las cortes europeas le facilitó, asimismo, el contacto con la vida teatral de Inglaterra, Francia e Italia, lo cual será fundamental par acabar de perfilar su formación como dramaturgo, ya puesta de manifiesto en la citada obra y en La comedia nueva (1792), feroz sátira del teatro mayoritario de su época y manifiesto del grupo de los reformistas. En 1796 es nombrado Secretario de la Interpretación de Lenguas, lo que le permite iniciar una etapa de prosperidad, simultánea con sus momentos de mayor creatividad teatral, que culminarán en 1806 con el estreno de El sí de las niñas. En 1799 había sido nombrado director de la Junta de Dirección y Reforma de los Teatros, constituida de acuerdo con las repetidas solicitudes del propio Moratín y de otros autores neoclásicos. Esta oportunidad de realizar una tarea reformista coherente con lo expresado en sus memoriales, cartas y, sobre todo, en La comedia nueva o el café (1792), fracasó, y su participación fue efímera.
     En 1803 estrenó El barón y, al año siguiente, La mojigata, que tuvieron una aceptable acogida. Su gran éxito vendría en 1806 con El sí de las niñas, comedia que culmina su corta producción dramática original. Anteriormente había traducido a Shakespeare -Hamlet (1798)- y adaptado a la escena española La escuela de los maridos y El médico a palos, de Molière, con quien tantas veces se le ha comparado y a quien él consideraba como maestro, junto a Goldoni. 

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